martes, 27 de septiembre de 2016

El Descansa

Una aguja de distancia entre puntos del lento camino hacia la muerte. Suficiente para determinar grandes estructuras metálicas, naves vacías, a quien se les atribuyen.
Atributos simples, primales, la joven sabiduría que se esfuma entre contactos desnudos y jóvenes intercambios. El afecto continuo logró obliterar el alma del arma y ya de nada sirve seguir con aproximaciones inocentes. Detener esos fútiles intentos de convencerse de que es simplemente un desentendimiento.
Encierro, encierra, nos en una superstición difícil de transmitir sin perder la espontaneidad de nuestros principios.
Que curioso que entre las distintas velocidades este el punto muerto, ese equilibrio engorroso y estable que tan seguido pasamos sin siquiera notar las huellas de los que nunca lo dejaron. Apagas los distintos faros, te dan una simulación de certeza que dura lo que un plan sin práctica pero ahí estás, caminando ese camino inevitable entre otros como vos, aturdidos. Donde todos chocan de forma ineficiente desperdiciando cátedras sobre si es correcto apurarse y exprimir o relajarse y presentear.
Inocente seguire.