lunes, 26 de febrero de 2018

Gente ordinaria

Limitaciones autoimpuestas se cruzan con empiricas razones para ser abolidas. Es que las rodillas no saben empezar, menos aún esperar.
No te olvides que el sol es la razón por la que brilla. La linda pasajera de ese tren que nunca paso, nunca llegó la primavera.
Una boca me invitó a unirme a un grupo que sólo existió en mi cabeza, sus brazos alrededor del primero que canto truco, así de fácil te despachaste de toda tradición.
Con tus anuncios elevados, los oídos encantados, los sentidos exaltados, el presente estiro su presencia infinitamente a unos segundos, estaba sumamente interesado. Lo intenso es sólo intenso al que resiste, pero darwin no entendió de aptitudes interpersonales. Nunca interpreto las emociones de una silla vacía en el límite de la tierra y el concreto.
Finalmente el público eligió un color, reflejo del que observa al que se observa. No sólo hablando las historias se conocen.
De brazos cruzados algo me tranquiliza. Dejo de entender las marcas de la pared, golpes de un pendulo con dos extremos bien marcados pero resulta que no necesariamente estan enfrentados.



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